viernes, 5 de junio de 2009

Las mujeres mariposa


A las mujeres mariposa no les gusta llevar zapatos.
Les gusta sentir la tierra bajo la planta de sus pies, húmeda y con olor a lluvia; quizá por eso siempre andan sucias como cerditas de un corral.
Se mueven de manera graciosa, saltando de un lugar a otro, corriendo de acá para allá como pequeños cascabeles en un bolsillo.
Pueden pasar su vida repartiendo besos a todo el mundo y riendo sin parar, llevando alegría donde no la hay y haciendo felices a quien están llenos de tristeza.
A veces, las mujeres mariposa lloran. Lloran porque sí, o porque no; y sus lágrimas parecen gotas de agua embotellada, ya que a mitad de su llanto cualquier cosa bonita las hace volver a reir y cierran el tapón hasta la próxima vez que sufren un contratiempo.
No es fácil encontrar una mujer mariposa, pero si alguna vez conoces una te será difícil olvidarla. Van dejando pequeñas huellas que te hacen feliz sin remedio alguno. Dibujos, flores diminutas, garabatos, papeles de colores…ellas son así, princesas que revolotean por el mundo esperando que llegue una furgoneta de colores y las lleve de viaje.

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